Un cambio de paradigma (con propuestas concretas) en el mundo de la economía (macro y micro) desde una visión sistémica, integrando biología, física, ciencias sociales, espiritualidad, etc.

Video del programa Singulars de Tv3

Interpreto que cada vez hay más indicadores que muestran cómo se está generando una nueva sociedad con otra mirada, más holística y sistémica en la que rigen reglas comunes y de coherencia en los distintos ámbitos relacionales.

En un sistema, sea de pareja, amistad o de intercambio económico, por muy diferentes que sean entre ellos, las reglas básicas son las mismas y si se quiere que la relación sea sostenible y perdurable en el largo plazo y satisfactoria en el presente, necesitamos cooperar y pensar en el bien común. Parece insostenible en el largo plazo, además de ineficiente, una relación de pareja por ejemplo que interactúe siguiendo los principios de un juego de suma cero (cómo lo es “la bolsa”), en el qué, cuando hay un ganador siempre es porque hay un perdedor.

Si queremos que la relación perdure y genere bienestar para todas las partes implicadas, no podemos mejorar la posición de uno, sin mejorar la posición del otro.

Necesitamos tener esta mirada sistémica (holística, circular y de largo plazo), que mira sí a las partes que integran un sistema, pero sobretodo a la relación entre las partes. A través de esta mirada, tomamos conciencia de que para nuestro bienestar individual necesitamos considerar el bienestar colectivo (familia, comunidad, ciudad, país, etc..).

La separación es una ilusión: todas mis acciones y no acciones produce un cambio que repercute en los demás, en mi ambiente y vuelve a mí. Por supuesto cuanto más cercano sea el sistema de influencia más impacto tendrá mi accionar.

Por lo tanto, cualquier cambio en una parte del sistema afecta a todo el sistema y vuelve a la parte donde se originó el cambio modificándola (principio de realimentación)‏.

…Cuando doy, me doy a mí mismo. Walt Whitman

Cómo se explica en el vídeo:

A NIVEL MACRO:

La propuesta es dejar de utilizar el PIB cómo medidor del nivel de la economía de un país. Ese es un indicador monetario y el dinero no puede medir lo que realmente “vale”, es decir los valores de las personas. Un PIB creciente, por ejemplo, no nos dice si vivimos en paz o en guerra, si el reparto de recursos es justo (o una parte de la sociedad pasa hambre), etc.

El objetivo primario de la economía es satisfacer necesidades humanas y de esta manera crear bien común o la mayor calidad de vida posible. El dinero es positivo pero sólo como “medio” para organizar la producción y la división de trabajo. El éxito no podemos medirlo mirando al medio, sino mirando a la meta originaria y esto es el bien común.

A NIVEL MICRO

Al Igual que el PIB no es capaz de medir lo que realmente “vale” (los valores) a nivel micro el BENEFICIO FINANCIERO no es fiable para medir el “éxito” de una empresa.  Un  beneficio que aumenta, por ejemplo, no nos dice si esta empresa crea empleo, si respecta o destruye el medioambiente, si las condiciones de trabajo son satisfactorias para los trabajadores, si paga igual o no a las mujeres y hombre, etc.. Para medir el éxito de la empresa la propuesta es utilizar, en lugar de un balance económico, un balance del bien común.

La maximización del beneficio cómo única meta de la empresa cada vez más parece un concepto obsoleto. La necesidad de generar beneficios monetarios y abundancia económica es perfectamente compatible con pasar de la maximización a la optimización.

Hay un arquetipo sistémico que es él del “limite de crecimiento” que demuestra como en todos los sistemas humanos no podemos crecer de manera infinita; llega un momento en que para la supervivencia del propio sistema se ponen en marcha mecanismos que paran, detienen o reinvierten el crecimiento. (Por ej. no podemos estar muchas horas despiertos, no podemos trabajar o hacer deporte de manera ilimitada, etc.  Incluso una enfermedad tiene su límite de crecimiento, que a veces incluso puede llevar a la muerte).

El cuerpo humano, desde que nacemos, crece hasta un cierto punto y luego deja de crecer. Que dejemos de crecer no implica estancamiento ya que pasamos del crecimiento físico al desarrollo emocional, intelectual, espiritual, etc. Seguimos “creciendo” pero a otro nivel.

En la naturaleza el crecimiento es tan solo un medio para aspirar al tamaño óptimo.

Ese mismo principio lo podemos aplicar en cualquier tipo de sistema cómo puede serlo una empresa.

En el vídeo se comenta además algo que yo considero muy interesante y es que hay muchos estudios científicos (tanto de ciencias sociales, como de ciencias naturales) que indican que por nuestra naturaleza tendemos más a ser seres sociales que seres egoístas y que la cooperación nos motiva de manera más eficaz que la “competencia” (o sería más correcto decir contrapetencia).

En función de las reglas que se establecen desde el sistema político, hay distintas posibilidades de relacionarse (desde la confianza o envidia; aprecio o avidez; honestidad o egoísmo, etc.); estas son “posibilidades” y no “necesidades” que se alimentan en función de las reglas del sistema.

Sabemos desde el pensamiento sistémico que el individuo co-crea la estructura (el sistema) y que esa acaba influyendo y condicionando sus comportamientos.

Por lo tanto se trata de cambiar las reglas del sistema para fomentar las virtudes humanas y no los vicios humanos. Y ello parece ser que nos genera mucho más bienestar a nivel individual y colectivo, ya que conecta con nuestros valores más profundos, en cuanto seres sociales que somos.

Me genera entusiasmo ver cómo que estos principios vitales que en parte están integrados en las relaciones humanas basadas en el amor, lleguen también al mundo de la economía, donde no tiene por qué haber “amor” pero sí puede haber solidaridad y cooperación.

Por cómo lo veo yo, se trata de una evolución natural de “coherencia” en la acción, para llevar estos principios y reglas de convivencia e intercambio a todas las áreas de la sociedad, incluyendo la económica. No es un caso que la meta del bien común está bien arraigada en casi todas las constituciones de las principales democracias y que la solidaridad y cooperación son valores constitucionales.

Muchas veces he escuchado o leído iniciativas económicas que me han parecido muy interesantes, pero en este vídeo y en ese hombre que presenta la propuesta le veo algo más que me convence: la emocionalidad que transmite.

Hay congruencia en su persona y en el contenido de su propuesta: humildad, inteligencia, corazón, sencillez, respeto y propuestas constructivas.

¡Siento que en ello hay muchísima fuerza!

Me convence y me llega mucho más que cualquier iniciativa basada en la crítica, rabia y dedo acusador.

Seguimos…..

Stefania Stiscia www.artliderbarcelona.com

 

 

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